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Familia y Amor Verdadero - Parte 4

Autor: HERNANDO DAVID

Publicado el: 2022-11-27

FAMILIA Y AMOR VERDADERO

Autor: Hernando David

No alardear ni agrandarse

      Las apuestas en la relación de pareja entre quién ama más y quién ama menos, no deben ni pueden existir. El amor con el que se edifica la familia debe ser tan sólido que exige la ausencia de vanaglorias y pedanterías. En el amor más que las palabras valen los actos. No se impresiona por amor. La impresión es un acto pasajero. Coloquialmente se dice: “me pareció que me amabas”. El amor verdadero es unitivo, su naturaleza es de tipo permanente. Las superioridades de cualquier tipo mancillan el amor porque este exige cerebro y corazón. Esta es una forma de decir, ya que aquél que ama se entrega y entrega todo.

Quien ama de verdad, evita hablar solo de sí mismo o de sí misma y se centra en la otra persona como la razón de ser su vida. Me pasa con demasiada frecuencia porque sin quererlo canso a mis interlocutores hablando de las gestas de mi esposa y de mis hijos. En realidad, me sale natural, como seguramente les pasa a muchos de ustedes. Espero aprender a elegir el momento para colocarlos en la escena de mis conversaciones.

La humildad como virtud, nos ayuda a eliminar la arrogancia que equivocadamente nos agranda ante los demás y nos hace perder el sentido de la realidad. El acto genuino que nos hace verdaderamente grandes, es el amor que nos ayuda a comprender, a cuidar y a proteger al más débil. La humildad nos hace fuertes para edificar nuestras relaciones según el querer y la voluntad de Dios. Solo desde este amor divino el amor humano recibirá las fuerzas necesarias vencer todas las dificultades en la construcción de la familia, como ese lugar en donde se viven las virtudes y los valores cristianos.

Nuestro amor no puede convertirse en un escenario donde coexisten vencedores y vencidos. Donde viven pequeños y grandes. El amor cuando se vive verdaderamente en la familia, hace seres felices y libres. El “te amo” se torna en una expresión muy constante en nuestras relaciones diarias. Mis hijos, aceleran mi corazón cuando permanentemente se acercan, me abrazan y me dicen: “te amo papá”. Para mí este momento es uno de los más felices de mi día. El “te amo”, es el verso de amor más sonoro y conmovedor para mi esposa porque la pongo en el centro de mi vida. De la misma manera lo siento yo, cuando ella me abraza y lo pronuncia mirándome a los ojos. Esta frase nos sale naturalmente del alma y no nos da vergüenza pronunciarla en espacios públicos o delante de personas desconocidas.

Como colofón a esta pequeña reflexión sobre no alardear ni agrandarse en el amor verdadero que edifica familias auténticas, quiero traer a consideración unas palabras del Papa Francisco, que en su Encíclica Amoris Laetitia No. 98, nos ayudan a entender mejor nuestro compromiso de amar como creyentes:” En la vida familiar no puede reinar la lógica del dominio de unos sobre otros, o la competición para ver quién es más inteligente o poderoso, porque esa lógica acaba con el amor. También para la familia es este consejo: «Tened sentimientos de humildad unos con otros, porque Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes» (1 P 5,5).

 

 

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